sábado, 20 de agosto de 2011

Cuento Perruno


¡Cuidado con el Perro!  (Liliana Cinetto)
(adaptación de Mariano Vincenzetti)

Federico tenía diez años, vivía en un barrio muy lindo y no tenía perro; Todos sus amigos de la cuadra tenían perro. Siempre le pedía a sus papás que le compraran uno, pero le respondían que para tener un perro se necesitaba más lugar, que la casa era chica y que un perro necesita muchos cuidados. Además su hermana Carolina, que era muy cascarrabias, decía que los perros le causaban alergia; aunque, en realidad, casi todas las cosas le causaban alergia a Carolina.
Un domingo a la mañana, cuando Federico iba a comprar el pan escuchó un ruidito que venía del piso; se acercó y sintió algo muy pequeño que se le trepaba por la nariz y decía “guau”. Era un perro de tres centímetros de largo y dos de alto. Fede se lo puso en el bolsillo y regresó a su casa. A la hora de comer se sentó a la mesa y su hermana comenzó a estornudar. De repente, el perro saltó de su bolsillo y comenzó a comer los ravioles con estofado que la mamá le había servido. Fede contó su historia y su mamá le dijo que nunca había visto un perro tan pequeñito; su papá, agregó que parecía mansito; Carolina dijo “achís”. -Te lo podés quedar-, le dijo su mamá, -pero al primer problema…-. – ¿Cómo se va a llamar?-, preguntó la mamá, -¡es tan… diminuto!-. –Se llamará Diminuto- dijo Federico, -es un gran nombre para mi perro-.
Carolina, la hermana de Federico, no quería a Diminuto y Diminuto se dio cuenta. Entonces, una noche entró en su habitación y le mordió las medias de nailon. A los pocos días, Carolina tenía una fiesta y se compró una hermosa blusa para impresionar a Facundo, su novio. Carolina dejó la blusa sobre la cama, y mientras se bañaba Diminuto le hizo pis encima.
Federico habló seriamente con Diminuto y él le dio su palabra de perro de no volver a hacer algo así. Sin embargo a Diminuto no le gustaba quedarse solo, y un día se metió en el bolsillo del guardapolvos de Federico y se fue a la escuela con él. La maestra lo descubrió y lo llevó a la dirección. Otro día iban al cumpleaños de la tía Dolores y Diminuto se tuvo que quedar solo. Cuando volvieron, la casa era un desastre; todo en el suelo y roto.
La familia decidió que Diminuto tenía que irse. Lo llevarían a la quinta de unos primos en Escobar. Pero esa semana, antes de que esto ocurriera, los padres de Facundo (el novio de Carolina) invitaron a toda la familia a cenar. Diminuto quedó atado con un hilo de piolín a la pata de una silla. Cuando regresaron a la casa todo era un desastre. Pero en un rincón había un hombre con una máscara, acurrucado gritando “Sáquenme a este monstruo de encima, está rabioso, prefiero ir preso”. Diminuto estaba parado sobre el grabador de Carolina ladrándole al micrófono; había defendido la casa como el más feroz de los perros, porque Diminuto será perro y perro chiquitito pero muy valiente.
Finalmente todos decidieron que Diminuto se quedaría en la casa para siempre, y pusieron un cartel en la reja del frente que decía: CUIDADO CON EL PERRO.

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