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No me acuerdo de cómo iba a empezar.
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¿No lo recuerda?.
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No.
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Algo tiene que haber, al menos un flash.
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¿Informativo?
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No, eso no sirve.
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Pero digame, su actitud me hace sospechar que usted
sabe algo.
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¿Algo?
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Sí, algo que yo no sé.
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Yo puedo saber muchas cosas que usted no sepa, casi lo
doblo en edad; lo que no puedo saber es lo que vivió en su experiencia
personal. Su vida; su infancia; cómo creció; en dónde; quienes lo rodearon; qué
manera de pensar se fue forjando con el tiempo.
-
¿Forjar?, que yo sepa nunca adquirí conocimientos de
herrería, ¿hacia dónde piensa llevar ésta conversación?
-
Pensar es lo que intento que haga. ¿Es que usted no
puede recordar nada?
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Eso parece.
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Bien, entonces intentemos utilizar una técnica
demasiado antigua, la ‘Mayéutica’.
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¿Mayéutica?
-
Mire, hace mucho tiempo atrás, demasiado, existió un
sujeto (supuestamente, algunos piensan que fue una idealización de otro más
rayado), que se llamó Sócrates. La madre de este sujeto era partea, y él muy
inteligente decía que aplicaba el oficio de su madre para lograr que el
conocimiento brotara de los demás individuos; incluso de aquellos que
aseguraban ser completamente ignorantes.
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¿En serio?
-
Claro; como una partera, creía que podía conseguir que
otros hombres dieran a luz el conocimiento.
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Usted me está jodiendo. Primero, las únicas que pueden
tener crías son las mujeres; segundo, de qué conocimiento me está hablando?
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Bueno, en este caso le hablo del conocimiento de los
últimos suceso que acaecieron en su vida, como para tener información sobre usted.
Por otro lado, no hablo de dar a luz en el sentido que usted interpreta, me
refiero a sacar afuera, a la superficie, lo que sabe sobre algo en especial.
Por ejemplo, cómo iba a empezar.
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Ah, copado lo suyo. Y cómo piensa hacerlo.
-
Muy fácil, mediante una serie de preguntas que
empezarían con la frase ¿qué es?
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¿Qué es qué?
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Por ejemplo, ¿qué es lo último que recuerda de anoche?
(...)
Mariano Vincenzetti (04-12-04)
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