viernes, 2 de septiembre de 2011

Las Bolitas de mi Amigo Luis


(al estilo de las Bolitas de Ricardo García Pico pero menos cáidas)

      En el barrio de Flores, en la calle Aranguren entre Caracas y Gavilán, estaba la casa paterna de mi amigo Luis. Una casa de las de antes, las llamadas “chorizo”. Tenía un frente blanco amplio, con una gran puerta de metal negra y a ambos lados dos grandes ventanas con rejas tipo balcón, también negras. Entrando había un zaguán y a continuación un pequeño hall de entrada. A la izquierda una pequeña habitación donde dormía Luis con Fernando, uno de sus cuatro hermanos. Luis es el menos con bastante diferencia. A la derecha estaba el comedor, amplio, con un piano vertical, alemán, que tocaba su madre que además de ser maestra sabía música y en algún que otro acto escolar, incluso, interpretaba el himno nacional.
      El Hall estaba separado del resto de la casa por otra puerta (negra) de metal con vidrios de diferentes colores. Traspasada esa puerta un largo pasillo comunicaba con el resto de la casa. En él, sobre la derecha había tres habitaciones con piso de madera. Al fondo la cocina, un lavadero y el baño. Por fuera, siguiendo el pasillo quedaba el patio, lleno de plantas hermosas el patio y la mamá se ocupaba de cuidarlas.
      Con Luis nos conocemos hace 25 años, desde los 5. Por aquellos años éramos más que amigos, como hermanos. Los dos muy flacos y desgarbados, y de madera para el fútbol (siempre juntos en la defensa). Durante nuestra infancia pasamos tardes interminables de juego en su casa. Podíamos ser detectives, espías, Batman y Robin y muchos otros más. Cualquiera que nuestra imaginación infinita de niños nos permitiera.
      Cuando Luis tenía 9 años perdió a su mamá. Yo la quería mucho, era una persona noble y no pude entender bien lo sucedido. Por aquel entonces Luis tampoco, creo. Su papá lo cambió a una escuela de doble escolaridad, aunque eso no impidió que nos sigamos viendo y compartiendo juegos. Al comenzar el secundario nuestro contacto se volvió más esporádico, casi nulo por un período.
      Ya con 22 y en la universidad le tocó el turno a su viejo, luego de cuarenta días de internación se fue. No pude evitar contener el llanto en la Chacarita, era un tano cabrón pero querible; buen tipo. Me dolió mucho su muerte, por mi amigo, por mí y por los recuerdos acumulados.
      Luis siguió viviendo en la casa durante cinco o seis años más; hasta que se la vendieron a un comprador que decía pretender reciclarla para mudarse ahí. El comprador no cumplió su promesa, claro. La casa fue demolida y ahora en su lugar hay un edificio de cinco pisos, deshabitado por falta de alguna habilitación. Es un espacio lleno, pero vacío a la vez en un lugar significativo del barrio para mí. Cuando paso caminando frente a esa cuadra no puedo evitar que un rapto de nostalgia me invada… ¡tantas remembranzas!
      Actualmente Luis es músico y va por la vida con su guitarrita forjando su futuro, la vida no se la hizo fácil y sin embargo él sigue adelante con paso firme; vive en un departamento sobre la calle Páez, entre Condarco y Terrada. Las putas lo siguen a todas partes a mi amigo, ya que en Caracas y Aranguren hacían esquina y en Terrada y Páez también. Pasé la etapa más feliz de mi niñez con mi amigo Luis; el mismo que nunca logró hacer caca sin primero hacer pis.

Mariano Vincenzetti


 DESCONCHERTADOS
Donde la música nacerá de cosas raras y cosas raras nacerán de la música.
Domingos 19hs.Teatro Beckett. Guardia Vieja 3556.


1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu Blog Mariano.
    Te mando un abrazo grande.
    Te aprecio mucho!
    Saludos!
    Martin

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